Con permiso de las elecciones griegas, el tema de la semana en los corrillos electorales son las elecciones al Parlament de Catalunya que se celebran este domingo. Estas elecciones han hecho correr ríos de tinta —y de bits— debido a la apuesta del bloque nacionalista por convertirlas en un plebiscito sobre la independencia y a lo abierto e incierto del escenario que dibujan los sondeos.
En esta línea, la pasada semana nos desayunábamos con un interesante artículo de Carles Castro en La Vanguardia en el que se hacía referencia a un fenómeno, el voto dual, que corresponde a un perfil de votante —contrario ideológicamente a los postulados más radicales del independentismo— que participa activamente en las elecciones generales pero se abstiene en las autonómicas. El estudio identifica la movilización de esos votantes como un factor que podría poner en riesgo la victoria nacionalista y aporta la referencia cercana de las elecciones de 2012, donde fue clave para mitigar la victoria de Mas.
El geomarketing político es una de nuestras especialidades, por lo que parece natural aplicarlo para identificar dónde está ese votante dual al que Castro hace referencia. Para ello, partimos de tres elementos:
- Elecciones generales de 2008. Son los comicios con mayor participación de la última década y tuvieron una participación más típica que el caso de 2004, por lo que son una elección lógica para el techo de participación.
- Elecciones autonómicas de 2010. Son las últimas elecciones autonómicas celebradas sin una apreciable movilización del voto dual y por tanto son representativas del suelo.
- Elecciones autonómicas de 2012. Una parte importante de la subida de participación entre las elecciones autonómicas de 2010 y 2012 se debió a una movilización extra del voto nacionalista, que previsiblemente se mantendrá en 2015. Comparando el rendimiento de las fuerzas nacionalistas en 2010 y 2012 podemos separar esa movilización extra del voto nacionalista de la del voto dual, que es la que nos resulta interesante.
Hay casi 420.000 votantes de diferencia entre las elecciones de 2008 y las de 2010 corrigiendo la participación, lo que nos permite hacer una buena aproximación a esta bolsa de voto decisiva.
En la gráfica anterior mostramos la distribución del voto dual a nivel municipal, que ofrece pocas sorpresas; en general, las zonas con más densidad de población —donde hay una importante afluencia de inmigración de otras regiones del país— son las que tienen un mayor peso del voto dual.
Ahora bien, dado que el voto dual es un fenómeno eminentemente urbano, resulta natural preguntarse si las diferencias que hay entre municipios se repiten también dentro de una misma ciudad. Para ello, repetimos el cálculo a nivel de sección censal, lo que permite encontrar el voto dual por barrios y hacer una radiografía de su distribución con gran nivel de detalle.
Lo más llamativo es que, en las ciudades de tamaño medio, las zonas más céntricas suelen tener un voto dual escaso, mientras que las más periféricas albergan importantes bolsas de voto dual. Ejemplos ilustrativos del entorno de Barcelona son Granollers, Sabadell, Terrassa o Rubí, por mencionar algunos.
A menor escala, este fenómeno se repite en otras áreas metropolitanas de Catalunya, como es el caso de la de Tarragona-Reus.
En la capital, más que una dicotomía centro-periferia, la concentración de voto dual aumenta conforme nos desplazamos hacia las zonas limítrofes con poblaciones como Sant Adrià o Santa Coloma, que tienen a su vez un importante voto dual. Badalona, en el entorno, es otro ejemplo típico de voto dual ubicado las zonas exteriores de la ciudad.
En el siguiente mapa interactivo puede consultarse el voto dual calculado en toda Catalunya, a nivel de sección censal.
Así pues, el voto dual es un fenómeno profundamente heterogéneo incluso dentro de un mismo municipio. ¿Se debe esta heterogeneidad, como afirma el artículo, a que el voto dual se concentra allí donde la inmigración es más importante? Para tratar de averiguarlo, comparamos la distribución espacial del voto dual y de la población española no nacida en Cataluña. Como se puede observar en los siguientes mapas, ambas magnitudes tienen una distribución similar pero no idéntica, lo que refrenda la hipótesis pero deja entrever que otros factores complementarios influyen en este grupo de votantes.
Es habitual encontrar diferencias entre el centro y la periferia de una ciudad; comúnmente, el centro de una ciudad tiene un perfil más conservador que la media. Lo llamativo del caso catalán es que, según sugieren nuestros resultados, esa diferenciación tiene un componente identitario: dado que el voto dual se da entre electores que viven ajenos a la política autonómica, se infiere que las zonas con voto dual bajo corresponden a una población más implicada e interesada en el proyecto político catalán que aquellas con voto dual alto. Esto cuadra bien con la presencia de población inmigrante. En el actual escenario de polarización, esta distribución territorial no hace sino añadir una pieza más al complejo puzzle de la realidad social catalana.
Fuente de los datos: Generalitat de Catalunya, Ministerio del Interior, Instituto Nacional de Estadística, Instituto Geográfico Nacional, OpenStreetMap, CartoDB y elaboración propia.